En Noviembre de 2008, se inició, en España, una
campaña para que la Real Academia de la lengua española integrara en su diccionario
la palabra “Aporofobia”, construido a partir de una denominación griega,
áporos, que significa pobre, sin salidas o escaso de recursos. Por supuesto,
esta venerable institución no lo ha aceptado por no ser suficientemente
conocida por toda persona que hable español. Ahora bien, aunque no se haya
aceptado el término, el concepto existe ya que “aporofobia” representa el miedo
hacia la pobreza o a los pobres. Aunque también puede interpretarse como la
repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos o el desamparado.
En Europa, esta situación se produce por la
reacción frente a la inmigración o a los refugiados. Ambos colectivos huyen su
país de origen. La inmigración es debida a la miseria económica. Los refugiados
huyen de una situación de guerra o bien porque ciertas condiciones personales
son contrarias a la mayoría de su país intolerante hacia ellos.
Inmigración
La inmigración representa el coste humano de las
desigualdades económicas. Cuando se produce en el interior de un país, del
campo a la ciudad, se denomina migración. Cuando cruza frontera, será
emigración al referirse a la salida de un país. Luego, inmigración es la
entrada de personas en un país. El mito de “venir con papeles” no forma parte
más que del imaginario colectivo. Sólo ocurre en ciertos sectores económicos,
fuertemente controlados por sindicatos del país de llegada. Tal es el caso de
la vendimia en Francia. Allí, está muy estructurada hacia las empresas
contratantes. Además, la inmigración laboral se regula por leyes nacionales,
pactadas entre sindicatos de trabajadores y asociaciones de empresarios.
Refugiados
Los refugiados, por su parte, no disponen más que
de un marco legal reguladas por normas internacionales, azarosamente
traspuestas en los ordenamientos nacionales. De hecho, en Alemania, un 40% de
los alemanes pide la dimisión de su canciller Angela Merkel por la llegada masiva
de refugiados. La empresa Focus entrevistó a 2.047 alemanes entre el 22 y el
25 de enero, de los que el 45% de los encuestados no consideraban que debía
dimitir; y un 15% no supo qué responder. La encuesta se publicó justo después
de que el Gobierno de coalición de democristianos y socialdemócratas aprobara
primero una norma para expulsar de Alemania a los extranjeros que cometan delitos
graves y muy graves, y luego unas nuevas que endurecen la política de asilo y
que facilita la expulsión de inmigrantes procedentes de Marruecos, Túnez y
Argelia, al considerarlos países seguros. Una vez más, se separan los conceptos
de emigración económica y refugiados políticos.
De esta “repugnancia” hacia la pobreza, subyacen
varios sentimientos, entre ellos, el nacionalismo y la discriminación sexual.
Nacionalismo
El nacionalismo tiene un lenguaje cuanto menos
ambiguo en el terreno de la inmigración, con una posición próxima a la xenofobia.
«Primero, los de casa», lema de todo nacionalista, implica debilitar la democracia,
alentar el populismo o pretender usar categorías antijurídicas para garantizar
un diferente acceso a los servicios públicos. Por suerte, no puede existir en
un Estado de derecho.
En España, la crisis económica ha exacerbado el nacionalismo
catalán. Su supremacismo está incrustado
en las entidades separatistas cuando no el odio hispanófobo de determinadas
personas representativas del nacionalismo catalán. Para muestra, un botón. En
marzo de 2008, la esposa del ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol criticó
las raíces andaluzas de José Montilla, entonces Presidente de la Generalitat.
Marta Ferrrusola indicó que le molestaba "mucho" que el presidente de
la Generalitat fuera "un andaluz que tiene el nombre en castellano",
en referencia a José Montilla, nacido en Iznájar (Córdoba). También desaprobaba
su falta de fluidez al hablar catalán. En el fondo, subyace el tópico de lo
andaluz, que me niego a reproducir por falso e injusto.
Salvando personalidades individuales, de compleja
trayectoria política, capítulo aparte merece la secesionista Associació
de Municipis per la Independència (AMI) que refleja una mentalidad
supremacista («el alma del pueblo catalán siempre en vanguardia en trabajo,
artes, ciencia y pensamiento», rezan sus estatutos) e hispanófoba (no existe
otra España que la inquisitorial y agresiva de Felipe V, Primo de Rivera y
Franco). Para todo nacionalista, las
personas no tienen más valor que agrupadas en pueblo que es quien detenta las
cualidades. Será que la Constitución Española de 1978 no reconoce la libertad,
igualdad, justicia y pluralismo político.
Discriminación
sexual
Otra gran prueba de la crisis económica tiene su
reflejo en la libertad sexual. Cynthia Solís Arredondo, fundadora de Lex Informática Abogados, despacho mexicano
especializado en asesoría sobre delitos electrónicos, lo expresó muy
bien. ¿Qué opinan de una chica con minifalda y escote en una colonia
pobre y de otra que usa la misma ropa, pero de marca y en una colonia rica? Una
es prostituta y la otra es sexy”. Dicho de otra forma, por el hecho de tener
pocos recursos económicos, su futuro podría ser la prostitución. El colmo de la
liberación sexual de la mujer implicaría que, al ser pobre, se está disponible
sexualmente para cualquiera. Es un asunto histórico en el que se cruzan
supuestas jerarquías de raza, origen étnico, de clase social y género.
Redes sociales
La raíz no está en las redes sociales, éstas sólo
han puesto una lupa a la discriminación. Si bien empezó en México, se ha extendido por
todo Suramérica. Esta tendencia en
Internet ha sido denominada “pobrezafilia”, la cual “discrimina, ataca la
dignidad de las mujeres, las ve como objetos y relaciona su clase social con
que están disponibles para cualquier hombre”
No es mi intención resaltar el morbo de imágenes en
redes sociales con la etiqueta #Putipobres, con la que emergen otras tantas de
mujeres desnudas o semidesnudas siempre en lugares que exhiban la pobreza de
sus protagonistas. Aunque se hable del género femenino, también se aplica al
sexo masculino. A menudo, las imágenes surgen en el ámbito privado y la pareja
la hace pública. Luego, aparecen los "cazadores": usuarios que
rastrean la red en busca de fotos robadas o filtradas para luego difundirlas,
principalmente a través de Twitter y con hashtags como #Pobrezafilia, #putipobres,
#misseria, #TanRicaYTanPobre, #LegalicenAlasDe16, #YaQuierenDesdeLos15. Al
final, acaban en un enorme escaparate de morbo y humillación muchas veces sin
saberlo y sin que nadie se preocupe siquiera por ocultar sus caras.
Otros actores
De una parte,
los difusores de fotografías escondidos bajo el
anonimato de cuentas con seudónimos y fotografías falsas. De otra parte,
se encuentran las empresas que administran estas redes sociales. Tienen una
respuesta muy lenta para retirar ese contenido. Aunque pretendan defenderse
frente a un intento de censura, no es el caso ya que se está afectando la
dignidad de las personas. Además, las imágenes
de menores de edad desnudas se consideran pornografía infantil. En España, el
Código Penal ha sido recientemente reformado para sancionar esas conductas. No bastaba
con políticas de prevención.
Soluciones
La respuesta no es fácil. Cindy
Flores, editora de la sección Libido de la web Reversos.mx, dio algunas claves:
"Es una pregunta muy difícil de responder. Es muy complejo el tema, pero
quizá si se promoviera un mayor respeto y menos prejuicios, un cambio social,
este tipo de expresiones podrían disminuir. Pero no podemos dejar de lado esa
parte oscura del ser humano, esa que nos disgusta reconocer y que, sin embargo,
nos demuestra una y otra vez que no somos tan dueños de nuestra psique como nos
gustaría creer".
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