El anuncio del cese de actividades de ETA permite una pequeña ilusión para las personas amenazadas. Estas buenas sensaciones se limitan al plano emocional ya la banda terrorista ni se ha disuelto, ni ha reconocido el dolor causado.
Es preciso aplicar mucha cautela y sensatez en la nueva situación. En efecto, la banda habla de las consecuencias del conflicto. Por lo tanto, está reconociendo que su acción produjo un daño sobre la ciudadanía. Además, la consecuencia de tantos años de atentados ha sido un amplio colectivo de presos cuya dispersión por cárceles le ha supuesto unos costes personal y económico importantes.
Cierto es que estos presos se podrían haber acogido a beneficios penitenciarios si se hubieran apartado de la banda. Unos no lo han hecho porque no lo han querido. Otros, porque no han podido. Sin embargo, todos veían como el paso de los años les dejaba en la “sombra” mientras las nuevas direcciones erraban constantemente sin posibilidad de “excarcelaciones victoriosas”
Ahora, es necesario abordar las reparaciones para que las víctimas de ETA no sean nuevamente el “cromo a cambiar “ que garantice el futuro de Euskadi. Es en este capítulo en el que encuentran los Entes Locales, (provincias, municipios, entidades locales menores,...) un nuevo ámbito de actuación. Les corresponde garantizar la convivencia entre las victimas y sus verdugos. Si bien, se ha producido una situación nueva no por ello han desaparecido las consencuencias del daño causado.