En España, los Alcaldes tienen los instrumentos
necesarios para aumentar el sentimiento de inseguridad de los más débiles. Para
el urbanismo, a riesgo de no ser políticamente correcto, incluyo a las mujeres
dentro del colectivo de personas especialmente sensibles a este problema. Aceptando que la seguridad no es un dato exclusivamente
objetivo, utilizaremos un simple ejemplo. Allí, donde un hombre ve un pasaje
subterráneo bajo una carretera importante, una mujer ve un riesgo, un temor,
peor aún, un peligro.
Sin embargo, ¿cómo es posible que los nuevos
trabajos de urbanización del territorio continúen en el empecinamiento de
lograr espacios urbanos hostiles a las mujeres? La explicación proviene del
sistema seguido en la elaboración del proyecto.
La exposición pública de la maqueta final muestra
los trabajos futuros. En ese momento, ya no es posible efectuar ningún cambio
ya que cualquier modificación tiene un coste, casualmente, siempre al alza. El
error proviene del Ayuntamiento. Le corresponde a él seleccionar un adjudicatario
redactor del proyecto que incorpore la percepción femenina respecto los
trabajos que aumenten la percepción de seguridad en el género femenino. Por
supuesto, si esta variable se tiene en cuenta al inicio de la confección de los
trabajos, no hay motivo para exigir un sobrecoste económico final.