El once de marzo de 2004, los atentados terroristas de
Madrid causaron 192 muertos y 1.430 heridos. Estas cifras sólo representan las
víctimas directas de los trenes cargados de viajeros que se dirigían hacia
Madrid en hora punta laboral.
Además, hay que reconocer que los daños podrían haber sido
mucho más dolorosos. En efecto, estos tres trenes debían efectuar su entrada
más o menos al mismo tiempo, sobre las siete y media de la mañana. El objetivo
era mucho más agresivo ya que se pretendía provocar una estampida homicida
seguida del hundimiento del techo de la estación de Atocha.
A pesar de la falta de coincidencia horaria, las
consecuencias de las explosiones fueron trágicas. A estas víctimas directas de
los trenes, hay que sumar la muerte de un policía en Leganés. Rodeados por la
policía, los terroristas se inmolaron haciendo explotar todo su arsenal. El
apartamento en el que se refugiaron quedó literalmente vaciado por la onda
expansiva de los explosivos.
Ese día, el gobierno del Partido Popular, a la sazón en
funciones por las elecciones generales, ocultó la verdad a los españoles. Dijo que
ETA era la responsable. En pleno siglo
XXI, en la era de Internet, inició una ridícula ofensiva mediática con la
finalidad de apaciguar el posible voto de castigo de los votantes. En efecto,
el 14 de marzo de 2011, se debía proceder a la elección del nuevo Congreso de
los Diputados y de los senadores de elección directa.
Cuando las televisiones europeas ya hablaban de los terroristas islámicos, Ángel Acebes, el Ministro del Interior hizo su primera aparición televisiva destacando la pista vasca. Por su parte, el Ministro de Asuntos Exteriores enviaba la misma posición tanto a la ONU como a sus embajadores. Sin embargo, el periódico "Le Monde"» se pronunciaba hacia los islamistas en sintonía con el "New York Times".
Indignados por esta falta de transparencia, los ciudadanos se movilizaron
para exigir la verdad. De manera supuestamente espontánea, se manifestaron por
miles durante numerosas horas. El 14 de marzo 2004, por una ligera mayoría, la
oposición ganó las elecciones generales, algo impensable, sin atentados.
Automáticamente, la nueva mayoría del Psoe negó que su
victoria fuera debida a los atentados. Nadie quería reconocer que los
islamistas habían logrado su objetivo de cambiar una mayoría parlamentaria.
Durante varios años, el Partido Popular no quiso rectificar ante la
opinión pública. El periódico “El Mundo” insistía sobre la responsabilidad del
mundo terrorista de ETA. Hubo que esperar al 31 de Octubre de 2007, a la
sentencia de la Audiencia Nacional para que se condenaran a los autores
directos, los terroristas islámicos y desmontar la farsa de la autoría vasca.
La sentencia fue ratificada el 17 de julio de 2008 por el
Tribunal Supremo que tampoco halló terroristas vascos implicados en los hechos.
No se ha podido establecer ninguna conexión entre la organización terrorista
internacional Al-Qaeda y “nuestra” organización independentista vasca ETA.
Cierto es que no ha habido explicación política sobre el
fracaso del CNI, nuestros servicios secretos que, o bien no supieron prever
esta posibilidad, o bien no fueron escuchados por el gobierno.
Lo más triste de esta situación es que la verdad sobre los
atentados del once de marzo fue reiteradamente proclamada, el mismísimo 11 de
marzo, por Arnaldo Otegi, portavoz del movimiento separatista vasca y su
disuelto partido político Herri Batasuna. A partir de ese día, ETA comprendió
que su momento había pasado. Ellos, los defensores de la Nación Vasca, los “gudaris”,
ellos que decidían la muerte de cualquier contrario, político, agente de las
fuerzas del orden, simple funcionario no nacionalista, ellos comprendieron que
no tenían nada que hacer frente a los islamistas. Estos están verdaderamente
dispuestos a sacrificar su vida por su causa.
Frente a eso, ¿Qué debería hacer
un vividor vasco? La única respuesta es la de intentar la vía política porque
la vía “militar” está perdida. Felizmente para todos, demócratas y
totalitarios.
Es una de las lecciones de la democracia. Respeta a todos
los ciudadanos, incluso si algunos de estos no la respetan.
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