El
miércoles 7 de enero, dos hermanos franceses Chérif
y Said Kouachi, de 32 y 34 años, perpetraron una masacre ejecutando a 12 personas en la revista satírica "Charlie Hebdo" en su sede de Paris. La justificación se
basaba en la ofensa que tales dibujos infringían a Mohema, profeta de la
religión musulmana. Para mayor escarnio, en el transcurso de su agresión,
remataron, a sangre fría, a Ahmed Merabet, policía, negro y musulmán quién
yacía en el suelo, indefenso y malherido.
Tras una búsqueda por el Noroeste de
Francia, la policía mató a los dos hermanos que
se habían atrincherado en una imprenta en Dammartin-en-Goële, una localidad a unos 40 kilómetros de París. Ambos retuvieron al dueño al que luego dejaron ir. Otro
empleado, que se ocultó en el edificio, dio importante información a la policía de lo que estaba ocurriendo dentro.
Esta información permitió la ejecución de un asalto cuyo resultado trágico
imposibilita la completa investigación de los antecedentes que llevaron a
tamaña atrocidad.
Sin ánimo de rebajar el alcance de sus actos, fruto de su ideología
terrorista
yihadista, hay que preguntarse por el peso de una infancia miserable, un padre
inexistente y una madre prostituta encontrada muerta por sus hijos, cuando
estos tenían doce y diez años. A esto, le unimos el posterior ingreso en un orfanato que nunca fue un hogar, ni sustituyó el clima deprimente de la torre de la “cité”
en la que vivían hasta entonces.
Por
otra parte, el viernes 9 de enero, otro francés Amédy
Coulibaly, tomó a varios rehenes en
el supermercado Hyper Cacher, de comida kosher ubicado en el número 23
de la Avenida de la “Porte de Vincennes”,
en el distrito 12 de París, en el Este de la capital francesa. Era la misma
persona que mató a una agente de Policía Municipal en
Montrouge, al sur de París. No había ninguna improvisación ni en la hora, ni en
el lugar, pues el establecimiento estaba muy concurrido por la clientela que,
como cualquier viernes, preparaba el shabbat.
Amedy Coulibaly era un delincuente reincidente que ya había
sido condenado en un proceso relacionado con el extremismo islamista. Él ya conocía a los hermanos Kouachi ya que
había coincidido con Chérif, durante una estancia en la carcel de Fleury-Mérogis (Essonne), el establecimiento penitenciario más grande de Europa. Si bien Chérif
Kouachi se decía seguidor de Al-Qaïda, Amédy Coulibaly decia actuar en nombre del
Estado islámico.
Durante el secuestro mató a otros cuatro franceses, de religión judía. Sin
embargo, el auténtico héroe fue Lassana Bathily, un inmigrante de nacionalidad
maliense y religión musulmana, quien salvó la vida de seis personas, entre
ellas un bebé, escondiéndoles en una cámara frigorífica de la cual desconectó
previamente el sistema de refrigeración.
La trayectoria vital de Lassana empieza el 27 de junio de
1990, en un pueblecito de la provincia de Kayes, en el oeste de la República de
Mali. Con 16 años, en marzo 2006, llega a Francia para reunirse con su padre. Su
madre nunca ha podido reunirse con ellos. A su llegada, inicia el largo
trayecto de los inmigrantes sin papel. Tardar cuatro años en conseguirlos. Sin embargo,
tiene muy claro su objetivo. Quiere obtener la nacionalidad francesa. De 2007 a
2009, está escolarizado en un instituto profesional de Paris en el cual
consigue su titulo profesional de alicatador. Durante este tiempo, está alojado
en un hogar de trabajadores inmigrantes. Por fin, consigue, en 2011, un permiso
de residencia lo que le permite obtener un contrato de trabajo en la
hostelería. Es después de esta primero experiencia
legal cuando el supermercado HYPER
CASHER le contrata. Tras cuatro años de trabajo en él, allí se encuentra cuando
el secuestrador Amedy Coulibaly irrumpe con sus armas a repetición.
Por su
arriesgada actuación, en respuesta a una petición iniciada por el Consejo representativo de
las asociaciones de raza negra de Francia, apoyada por más de trescientas mil
personas, a través del sitio Change.org, el Presidente François Hollande ha
acordado otorgarle tanto la nacionalidad francesa como la máxima condecoración
francesa, la “Légion d'honneur“.
La última
gesta de este inmigrante que llegó a Paris, con 16 años, y sin papeles, es que
el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, le ha agradecido su acción,
durante su discurso en hebreo en la gran sinagoga de Paris.
Estos
hechos han provocado un debate sobre varios aspectos relacionados con la nacionalidad,
la raza o la religión:
- Los
asesinos eran franceses ya que habían nacido en Francia, de padres que habían
obtenido previamente la nacionalidad francesa.
- La raza no
es un elemento reseñable pues los dos hermanos tenían ascendencia del Norte de África.
El tercer, el asaltante del supermercado, tenía origines en Malí como lo era el
héroe que salvó a varios clientes.
- El islam,
como religión, no es el causante de estos asesinatos. Son las personas quienes
aprietan los gatillos de las armas. Aquellos que estigmatizan el Islam, por
ende a todos los musulmanes, alimentan el odio que pretenden combatir ya que
contribuyen a la radicalización mediante un juego de exclusión. Mal que les
pese a algunos, los musulmanes que viven en España son españoles de pleno
derecho. En Paris, unos musulmanes apretaron el gatillo. Otros musulmanes se
arriesgaron defiendo la vida de los demás, sin importarles su religión.
- Los servicios
públicos no han funcionado. Los servicios sociales han fracasado al no retirar,
a tiempo, a esos niños de una madre incapaz. La escuela no ha cumplido su papel
integrador. El sistema carcelario no ha conseguido su objetivo de reinserción.
Cuando todo
les falla, las personas se aferran a las palabras del último que se les acerca.
No comprender esto implica el riesgo de no abordar un problema de enorme
dimensión.