Las mujeres constituyen la mitad
de la población. Esta obviedad estadística debería bastar para un reconocimiento
de derechos. Sin embargo, no lo es. Principalmente, en zona de conflicto
armado, a menudo, son una triste oportunidad para los contendientes quienes
afirman defenderlas, por supuesto, sin su consentimiento.
Tal es el caso de BokoHaram, el grupo terrorista de Nigeria, que justifica su actuación mediante una interpretación
torticera del Islám. Para los estudiosos de las redes sociales, dejo las
lecturas del hasthtag #BringBackOurGirls que van del apoyo a la sociedad civil nigeriana a la ola de sentimentalismo
global, con “celebrities” posando con carteles reivindicativos.Frivolidades al margen, el Comité contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad de la ONU acaba de incluir a Boko Haram, en su lista de organizaciones terroristas.
Sin embargo, después de una
guerra, las mujeres deben participar activamente en los cambios y soluciones
que afectan a la sociedad, incluyendo la resolución de conflictos posteriores.
La experiencia, en muchas resoluciones
de conflicto, ha demostrado que es de importancia crucial permitir la
participación plena e igualitaria de las mujeres en materia de paz y seguridad.
La inclusión de las mujeres aumenta la probabilidad de lograr una paz duradera.
Desafortunadamente, las mujeres a
menudo no son vistas como partes interesadas en los procesos de paz. Invitadas
a tomar las armas en tiempo de guerra, son relegadas a tareas auxiliares en
tiempo de paz. Tal es la situación del
actual proceso de Paz en Colombia.
A menudo, han soportado mayores
cuotas de crueldad en los conflictos que los hombres. Por lo tanto, deberían recibir
sus proporcionales reparaciones y/o indemnizaciones. En esta línea, trabajan allí
varias ONG. Una de ellas, ABColombia. Es un grupo de reconocidas organizaciones
del Reino Unido (RU) e Irlanda con diversos programas de trabajo en Colombia,
entre otros, un impresionante trabajo sobre la violencia sexual sobre las mujeresdurante el conflicto.
Por todo ello, el mundo necesita
ir más allá de ver a las mujeres como civiles pasivos o meras víctimas y
reconocer el papel crucial de las mujeres en la reconstrucción de las
sociedades y la promoción de la paz.
Las mujeres deben desempeñar un
papel como tomadoras de decisiones en todas las fases de resolución de
conflictos, tanto en las conversaciones de paz para la reconciliación, como en
la prevención de futuras recidivas de los conflictos.
El decimoquinto aniversario de la
adopción de resolución 1325 del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas es
un recordatorio de la necesidad de concertar mayores esfuerzos para dar una voz
a las mujeres en la consolidación de la paz. Mediante la adopción de un Plan de
acción nacional sobre mujeres, paz y seguridad, cada gobierno local podría
contribuir sustancialmente a las aspiraciones de UN de la implementación de
esta importante resolución.
La igualdad de derechos para
hombres y mujeres y la protección de los derechos humanos son esenciales para
la seguridad y una paz sostenible en el mundo.
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