domingo, 9 de septiembre de 2012

Bandera azul en las playas españolas

Retomamos nuestra actividad con un tema típicamente veraniego: las playas.

Es de sobra sabido que el turismo en España es una industria que no se va a acabar nunca. Todos saben que tenemos los mejores precios, las mejores playas, el personal más amable, y las instituciones más comprometidas del mundo entero con el medio ambiente.

Basta recordar a nuestra “flamante” industria de la construcción que ha "alicatado hasta el techo” toda la costa española. No sólo lo dice nuestra pujanza económica sino que el mismo Parlamento Europeo (en adelante PE) se ha pronunciado con una Resolución  de 26 de marzo de 2009, sobre el impacto de la urbanización extensiva en España en los derechos individuales de los ciudadanos europeos, el medio ambiente y la aplicación del Derecho comunitario.
 
Fundamentado en determinadas peticiones recibidas de ciudadanos atropellos en sus derechos, ha considerado que las islas y las zonas costeras mediterráneas de España han sufrido una destrucción masiva en la última década. El cemento y el hormigón han saturado esas regiones de tal forma que han afectado no sólo al frágil medio ambiente costero, la mayor parte del cual está nominalmente protegido en virtud de la Directivas sobre hábitats /Natura 2000 y aves, como ha ocurrido en casos de urbanizaciones en el Cabo de Gata y Murcia, sino también a la actividad social y cultural de muchas zonas. Eso  constituye una pérdida trágica e irreparable de su identidad y legado culturales, así como de su integridad medioambiental. Todo ello, se produce principalmente por la avaricia y la conducta especulativa de algunas autoridades locales y miembros del sector de la construcción que han conseguido sacar beneficios masivos de estas actividades, la mayoría de los cuales se han exportado,